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Pese al esfuerzo de campaña que hay que reconocer al PI, las matemáticas electorales lo dejan fuera del Parlament, con la mitad de votos que hace cuatro años, cuando Pep Melià formaba tándem con Jaume Font. Al momento de escribir esto, todavía no se sabe si los regionalistas entrarán o no en el Consell de Mallorca, donde rozaban el cinco por ciento en diversas fases del escrutinio, gracias a un candidato, Antoni Salas, que ha demostrado un empaque y proyección política muy superior a su propio jefe de filas.

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Entre los alcaldes, el propio Salas o el de Petra, Salvador Femenias, o Ariany, Joan Ribot, repiten e incluso mejoran excelentes resultados, pero en otros feudos del regionalismo, como Porreres, donde la candidata era, además, la número dos de la lista al Parlament, Xisca Mora, cosechan un importante retroceso.

El PI tenía complicado colocar un discurso centrado y diferenciado de otras fuerzas en un escenario en el que una parte muy significativa del electorado buscaba, como único objetivo, asegurar el relevo del Pacte y, la otra, intentar frenar ese cambio. Finalmente, Palma, con un candidato desconocido para el gran público y sin suficiente definición frente a la calamitosa gestión de José Hila, ha supuesto la puntilla.