El presidente del Gobierno español, José María Aznar, resumió ayer
con la expresión «misión cumplida, objetivos conseguidos» los
resultados de la cumbre europea de Viena en lo que respecta a la
defensa de los intereses españoles en el debate sobre la futura
financiación de la Unión Europea.
El resultado final de la cumbre, «tal como estaban las cosas,
parece bastante razonable», porque se han cumplido los objetivos
previstos, lo que no quiere decir, matizó, que España tenga
resueltos todos sus «problemas» o «ambiciones».
Aznar admitió ser consciente de que «vienen negociaciones muy
difíciles y duras», de que «quien no simpatiza con los fondos de
cohesión» intentará meter a España «un dedo en el ojo», pero que su
Gobierno ya se pondrá «a buen recaudo».
El candidato socialista a la Presidencia del Gobierno, José
Borrell, aseguró que a la Cumbre de la UE «no se puede ir a sacar
pecho, sino a buscar complicidades y acuerdos». Para él, el
problema estriba en que Aznar cree que en Europa «hay que
resistir», cuando en realidad se trata de «influir».
Borrell criticó que se ha pasado desde una posición relevante de
España en el periodo de Gobierno socialista «hasta la irrelevancia
con Aznar, que es el campeón del 'no sabe, no contesta' y que
pretende atrincherarse en el veto».
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