Las elecciones generales, que ayer el Parlamento israelí decidió
definitivamente adelantar al próximo 17 de mayo prometen ser las
más reñidas y acaso violentas en la historia de Israel.
Entre los asuntos centrales de la campaña electoral estarán la
paz con los palestinos y los sirios, y la evacuación militar del
Líbano.
La dispersión del Parlamento y el adelanto de las elecciones parece
llevar a una fragmentación de los grandes bloques políticos y al
surgimiento de una «tercera fuerza», liberal de centro, que puede
atraer votos de los «decepcionados» de aquellos dos.
Los diputados de la derecha, entre ellos nueve promotores de los
asentamientos judíos, vistos como el mayor obstáculo para la paz
con los palestinos, podrían constituir un cuarto bloque para
impedir «la entrega de la Tierra de Israel a Yaser Arafat».
La fecha del 17 de mayo, un año y medio antes de lo previsto,
fue acordada entre los dos grandes bloques, el populista de derecha
Likud, y el laborista de oposición, tras la aprobación de la ley en
primera lectura por una mayoría de 81 diputados.
Si el presidente palestino Yaser Arafat proclamase un Estado
independiente en Cisjordania y Gaza con capital en Jerusalén
oriental el próximo 4 de mayo, según lo prometió a su pueblo, este
acontecimiento, y la supuesta «división de Jerusalén», serán los
arietes electorales de la derecha nacionalista israelí para atraer
a la masa electoral, según los observadores políticos.
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