La acusación en el juicio contra Bill Clinton sorprendió ayer con
la presentación de su petición de testigos: redujo la lista a sólo
tres, pero pidió que se invite a declarar al propio presidente.
A pesar de que la presencia de testigos se hace cada vez más
probable, la petición de la acusación recibió la inmediata negativa
de los demócratas, que insistieron en que los testimonios alargarán
enormemente el proceso.
Los tres testigos cuya citación se solicitó son Mónica Lewinsky,
Vernon Jordan (amigo y confidente de Clinton) y Sidney Blumenthal
(asesor de la Casa Blanca), mientras que para el presidente se
pidió que se le cursara sólo «una invitación». Las declaraciones
serían a puerta cerrada, según la propuesta de la acusación que se
estudiaba anoche en el Senado.
Tras escuchar la exposición de los fiscales a favor de los
testigos, y la de los abogados de la Casa Blanca en contra, los
senadores debatirán a puerta cerrada la cuestión, que podría ser
votada hoy.
La reacción en la Casa Blanca no se hizo esperar, y consideró
que la petición de los fiscales para que Clinton y otros testigos
declaren en el juicio contra el presidente es «un juego político»,
dijo el portavoz Joe Lockhart. «No necesitamos más testigos.
Tenemos decenas de miles de páginas de testimonios», dijo Lockhart
durante el viaje de Clinton a San Luis para el encuentro con el
Papa Juan Pablo II.
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