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EFE - JERUSALÉN Al revivir ayer en Hebrón la idea de una confederación del pueblo palestino con Jordania, Yasser Arafat ha guiñado un ojo a Israel y puesto una «bomba de tiempo» política a los pies de rey Abdalá II. Una confederación entre los palestinos de Cisjordania y la franja de Gaza con Jordania ha sido durante años una de las dos fórmulas israelíes, la del Partido Laborista, para resolver el conflicto con sus vecinos palestinos.

La hipótesis de los laboristas consistía en que un Estado palestino no será viable y «tarde o temprano tendrá que empujar hacia Israel o hacia Jordania en busca de espacio». Estas son las dimensiones máximas que podría llegar a tener el Estado que Arafat quisiera proclamar este año.

La otra fórmula, en boga entre los dirigentes de la derecha hasta el tratado de paz de 1994 entre Israel y el Reino de Hussein, fue la de que los palestinos «tienen ya un Estado ... y está en Jordania». Esta afirmación, frecuente en boca del entonces primer ministro Shamir y del actual ministro de Exteriores Ariel Sharón en los años de la «intifada», sembraba el pánico en el palacio del rey Hussein, que murió el domingo siendo el más frágil pero acaso el más hábil de los líderes árabes de esta zona.