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EFE - MOSCÚ El presidente ruso Boris Yeltsin fue ingresado ayer en un hospital por octava vez en trece meses y el jefe médico del Kremlin dio abundantes y desacostumbrados detalles sobre la reaparición de una úlcera gástrica sangrante.

Serguéi Mirónov, director del centro médico presidencial, dijo que «no hay amenaza» para la vida del presidente, pero utilizó frecuentes términos científicos y otros más inquietantes como «nos alarmó», «nos desconcertó», «agudización» y «hemorragia».

En una breve e insólita aparición por televisión el doctor Mirónov reveló que el viernes, Yeltsin «sintió un cierto malestar, y dijo que no se sentía muy bien y que se encontraba débil». Al someterlo a una revisión, declaró, «no se advirtieron cambios bruscos en el estado de salud», pero los análisis hicieron sospechar la presencia de una pequeña hemorragia, insignificante, pero hemorragia al fin y al cabo».

El consejo médico dictaminó «por desgracia una agudización de la úlcera de estómago, que no ha cicatrizado del todo», dijo Mirónov en referencia a la anterior hospitalización de Yeltsin el pasado 17 de enero.