El vicepresidente paraguayo, Luis María Argaña, murió ayer
acribillado a balazos en un atentado sin precedentes en la historia
política reciente del país, que desde hace varios meses está
inmerso en una grave crisis política. Un testigo del suceso dijo
que fueron tres personas vestidas con ropa militar las que
dispararon contra el vehículo del político.
Argaña se desplazaba por una calle de la capital en una
camioneta todoterreno acompañado por su chófer y, al menos, dos
guardaespaldas cuando fueron interceptados por otro vehículo, del
que bajaron tres hombres armados, con dos fusiles ametralladores y
una pistola, e inmediatamente comenzaron a disparar. El conductor
del vehículo atacado intentó retroceder, pero los agresores no le
dieron tiempo y descargaron todos sus proyectiles contra las
víctimas, explicó el testigo.
Tras huir los asesinos, en un automóvil pequeño de color negro,
en el lugar del atentado fueron encontrados al menos quince
casquillos de proyectiles de fusil y dos cargadores vacíos de
pistola, lo que muestra la magnitud del ataque. Junto al
vicepresidente falleció uno de sus guardaespaldas y resultó herido
su chófer, quien, según los informes médicos, ya está fuera de
peligro.
Tras el atentado, el Gobierno cerró inmediatamente todo los
pasos fronterizos y dispuso que la Policía Nacional y las Fuerzas
Armadas procedan conjuntamente a hacer «un rastrillaje general» en
todo el territorio, con el fin de identificar a los
responsables.
Al mismo tiempo, el jefe de Estado, Raúl Cubas, pidió cordura a
la clase política ante el asesinato de su vicepresidente y ayuda a
los países vecinos en la búsqueda de los culpables de la acción. En
un breve mensaje, Cubas dijo que «este es un momento de reflexión»
para el país, que requiere con urgencia «orden y tranquilidad».
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