TW
0

La OTAN abrió una nueva etapa de su historia al decidir una intervención militar, bautizado como «Fuerza Decidida», contra la República Federal de Yugoslavia para frenar la creciente violencia en la provincia serbia e intentar evitar una catástrofe humanitaria.

Esta no es la primera vez que la Alianza Atlántica acomete una operación de ataques aéreos en la región de los Balcanes, ya que anteriormente lo ha hecho en Bosnia, pero la diferencia está en que entonces lo hizo bajo mandato de la ONU.

La decisión de la OTAN de autorizar ataques aéreos contra Yugoslavia sin tener un mandato de la ONU establece un precedente legal dudoso sobre el que han advertido algunos ministros occidentales.

El presidente estadounidense, Bill Clinton, y otros líderes aliados citaron la urgente necesidad de evitar una catástrofe en Kosovo como la base para adoptar medidas militares contra un estado soberano.

Sin embargo, expertos legales afirman que la justificación en el derecho internacional no está clara y algunos alegan que los bombardeos de la OTAN estarían basados sólo en el principio de que «la fuerza tiene la razón».

«La OTAN se ha concedido a sí misma la capacidad de actuar sin una sanción explícita del Consejo de Seguridad de la ONU», dijo el subdirector del Instituto Internacional para Estudios Estratégicos, Gordon Adams.

«Esta es una acción sin precedentes, sobre el precedente algo endeble de la intervención humanitaria», agregó. «Al final, es una cuestión de política más que de derecho internacional. El fuerte impone su voluntad, el débil hace que lo que puede», declaró Adams. Rusia y China advirtieron que un ataque de la OTAN contra Yugoslavia sería ilegal y planean convocar a una sesión de emergencia del Consejo de Seguridad para desafiarlo.