Rusia tomó ayer tímidas represalias por el ataque de la OTAN en
Yugoslavia y pisó el acelerador de su máquina diplomática en busca
de una mediación para frenar los bombardeos y ganar la paz en
Kosovo sin entrar en guerra.
En sus primeras medidas de respuesta a la acción aliada, Moscú
expulsó sumariamente al representante de la OTAN en Rusia, Alexei
Shajtajtinski, y ofreció «ayuda humanitaria» a Yugoslavia.
Pero al mismo tiempo, coordinó una «mediación ucraniana» para
convencer al presidente yugoslavo de que debe escuchar la opinión
de Rusia», y aceptó representar los intereses de cuatro países de
la OTAN con los que Belgrado rompió relaciones (EE UU, Reino Unido,
Alemania y Francia).
«Rusia no tiene ya ningún contacto con los dirigentes de la
OTAN, incluido el secretario general», añadió Igor Ivanov, ministro
ruso de Asuntos Exteriores, en referencia a Javier Solana, cuyas
«responsabilidades penales» por las operaciones bélicas en
Yugoslavia había denunciado el jueves.
Ivanov informó de que Alemania, Francia, Italia y Reino Unido
«han aceptado en principio» la sugerencia de reunir al Grupo de
Contacto sobre Kosovo, y que EE UU Unidos «no ha dado su visto
bueno». El ministro dio a conocer que había llamado a su despacho a
los embajadores de la «troika» de la Unión Europea pra ofrecerles
poner en marcha «con urgencia» el mecanismo de consultas previsto
en los acuerdos entre la UE y Rusia.
Sin embargo, el proyecto de resolución ruso que exigía el cese
de los ataques y la reanudación inmediata de negociaciones fue
abrumadoramente derrotado ayer al recibir sólo tres votos a favor
(Rusia, China y Namibia), y 12 en contra.
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