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EFE - BELGRADO La violencia serbia contra los albano-kosovares está alcanzando tales límites que ayer la OTAN, aunque insistió en que cualquier arreglo político pasa por los acuerdos de Rambouillet, reconoció que si la represión continúa será difícil mantener esta posición. Estados Unidos dijo, aún con más claridad, que la continuación de la represión y la limpieza étnica en Kosovo conducirán a la independencia de la provincia, frente a la autonomía que garantizaba el acuerdo de paz que rechazó Belgrado.

También el Gobierno alemán dejó entrever que la comunidad internacional está dispuesta a revisar el punto del acuerdo de Rambouillet que garantizaba la permanencia de Kosovo dentro de la Federación yugoslava. En este sentido, Moscú denunció un supuesto plan de EE UU para «separar o desmembrar Kosovo» y lanzar una «operación militar terrestre» de la OTAN en Yugoslavia.

La ampliación e intensificación de los ataques de la OTAN, cuando ayer se cumplía el octavo día de bombardeos contra Yugoslavia, tiene como objetivo mejorar la efectividad de la campaña aliada, ante la represión y la limpieza étnica serbia contra la población albano-kosovar que están provocando un éxodo masivo.

Ante la violencia que padecen los albano-kosovares, el secretario general de la OTAN, Javier Solana, declaró que los ataques aéreos detendrán, «sin duda», la campaña de genocidio y agregó que «estamos decididos a seguir adelante con las operaciones» contra las fuerzas del Ejército y la Policía militar de Yugoslavia, a las que se inflingirá «tanto daño como sea posible».

Esta ampliación y reorientación de las acciones no significa que se haya pasado de la actual Fase II (centrada en ataques contra las fuerzas y armas pesadas terrestres yugoslavas) a la III, según el portavoz de la Alianza Atlántica, Jamie Shea.

Aunque no dio más detalles, Shea afirmó que «ninguna instalación, ninguna unidad que pueda ser utilizada para planificar, concebir, dirigir o llevar a cabo la campaña yugoslava contra los kosovares va a ser un santuario».