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Las imágenes de los tres soldados estadounidenses capturados por los serbios han traído a la memoria de este país dramáticos momentos vividos anteriormente y algunos analistas creen que esas imágenes pueden cambiar la estrategia de la guerra.

Si bien el derribo del avión F-117, el pasado sábado, alertó a los estadounidenses de que la guerra de Kosovo iba en serio, la captura de los tres soldados que realizaban tareas humanitarias en Macedonia, ha sacudido los sentimientos de los ciudadanos de este país. El conflicto en sí mismo ha quedado en segundo plano para dar paso, en las portadas de todos los diarios y en todas las cadenas de televisión, a la captura de los tres soldados, a la angustia de sus familias y a la indignación general.

Los capturados son los sargentos Andres A. Ramírez, de 24 años y con domicilio en un barrio mayoritariamente hispano de Los Angeles, Christopher J. Stone, de 25 y de Smiths Creek (Michigan) y el cabo Steven M. González, de 21, de Huntsville (Texas). El presidente Bill Clinton reiteró ayer sus advertencias al presidente yugoslavo, Slobodan Milosevic, que se abstenga de maltratar a estos soldados y ha exigido que se les trate «como prisioneros de guerra».

El anuncio de la celebración de un consejo de guerra contra ellos "que se inició ayer" ha contribuido, aún más, a reforzar la intención de Estados Unidos de mantener los combates aliados en Yugoslavia con gran intensidad y durante el tiempo que sea necesario.

Los políticos están de acuerdo con una intensificación de la campaña. Pero el debate que las imágenes de estos tres soldados han traído a Estados Unidos va más allá y pone de manifiesto las discrepancias en torno al envío de tropas de tierra a un medio que, evidentemente, es muy hostil. Para algunos, como el senador republicano Chuck Hagel, lo ocurrido «refuerza la necesidad de enviar al área algunas tropas de tierra» porque «los bombardeos no pararán el genocidio».