La entrega de una ayuda militar rusa a Yugoslavia «es posible y
depende de la situación», según afirmó ayer el jefe del Estado
Mayor del Ejército ruso, Anatoli Kvachine. Poco antes, el
presidente yugoslavo, Slobodan Milosevic, pidió una ayuda militar a
Rusia al recibir en Belgrado a una delegación parlamentaria rusa.
Anoche, añadió el general Kvachine, «la situación no impone la
necesidad de entregar a Yugoslavia una ayuda militar de urgencia,
ya sea hombres o armas». El jefe del Estado Mayor ruso ha sido el
primer militar de alto rango en responder a la llamada de Milosevic
ante responsables «políticos». El Ministerio de Exteriores no ha
reaccionado por el momento. En el Kremlin, un portavoz consultado
por teléfono eludió la cuestión, limitándose a indicar que la
delegación parlamentaria en Belgrado no ha «recibido ningún
mandato», ni del presidente ni del Gobierno ruso.
Milosevic pidió ayer una ayuda militar a Rusia para «defender
más fácilmente» a Yugoslavia contra los ataques de la OTAN, tras
recibir en Belgrado a varios parlamentarios rusos y bielorrusos,
según anunciaron fuentes oficiales. «Defenderemos nuestro país. Si
obtenemos ayuda lo defenderemos más fácilmente. Si no tenemos ayuda
lo defenderemos más difícilmente, pero igualmente lograremos
defenderlo», declaró el jefe del Estado yugoslavo. La delegación
que se entrevistó con Milosevic estaba encabezada por Serguei
Baburin, vicepresidente de la Duma, la cámara baja del Parlamento
ruso.
Por otra parte, Rusia dio ayer por muertos los acuerdos de
Rambouillet sobre Kosovo y exigió un «nuevo marco» para el futuro
de los Balcanes después de la campaña aérea de la OTAN. Sin
alusiones directas a la existencia de un presunto plan de partición
en Yugoslavia, el ministro de Exteriores, Igor Ivanov, afirmó que
«los bombardeos de la OTAN han borrado los resultados de las
negociaciones de Rambouillet».
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