La aviación rusa intensificó los bombardeos contra las posiciones
de la guerrilla islámica cuando se cumplieron ayer dos semanas de
encarnizados combates en Daguestán.
En las últimas veinticuatro horas, los aviones rusos efectuaron
37 misiones de combate, principalmente en el distrito de Bótlij,
fronterizo con Chechenia, donde se han atrincherado los extremistas
musulmanes, al mando del comandante chechén Shamil Basáyev.
El mando ruso informó de que las tropas federales destruyeron
tres camiones y dos depósitos de municiones de la guerrilla que,
según el servicio de inteligencia militar, experimenta una «gran
escasez de pertrechos y medicinas».
La geografía de los enfrentamientos armados se amplió al norte
de Daguestán, al distrito de Kizliar, donde dos puestos del
Ministerio del Interior fueron tiroteados por desconocidos,
acciones en las que un soldado ruso resultó muerto y otro
herido.
Al Ejército regular ruso, que ha advertido de que emplearán
armamento de alta precisión, misiles de crucero y proyectiles de
carga hueca, en caso de que la guerrilla islámica intente ampliar
sus acciones a otros distritos de Daguestán, se han sumado cerca de
20.000 voluntarios daguestaníes.
Mientras, en Moscú, las cosas políticas siguen su curso. El
presidente ruso, Boris Yeltsin, ha confirmado en sus puestos a la
mayoría de los ministros del antiguo Gobierno, aunque los días del
nuevo Ejecutivo están contados, ya que dentro de cuatro meses se
celebrarán las elecciones legislativas. Además, el nuevo conflicto
en la república de Daguestán puede haber influido en la decisión
continuista de Yeltsin.
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