Las presiones del Grupo de los Siete (G-7), y en particular de EE
UU, han hecho que Japón se comprometa a inyectar más liquidez a su
economía al término de una reunión, en la que este club de países
ricos fue unánime en pedir a Rusia que ataque la corrupción y
acordaron condicionar la entrega de nuevos créditos del FMI a la
realización de una auditoría externa sobre su gestión.
EE UU, Alemania, Francia, Italia, Reino Unido, Canadá y Japón
pidieron al Gobierno del presidente de Rusia, Borís Yeltsin, que
además de acelerar las reformas económicas, declare la guerra a la
corrupción.
El G-7 trasladó la petición al ministro ruso de Finanzas, Mijail
Kasyanov, que, después, subrayó el compromiso de su país en ir
hasta el final de la investigación sobre la presunción de que
funcionarios rusos participaron en una multimillonaria operación de
lavado de dinero procedente de la ayuda internacional y que para
ello utilizaron bancos occidentales.
Aunque señalaron que el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el
Banco Mundial (BM), que celebran su asamblea anual esta semana,
darán apoyo a Rusia, «la ayuda dependerá de la capacidad de las
autoridades y el pueblo rusos para realizar las reformas» que
necesitan.
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