En juego están oficialmente 449 escaños de la Duma o cámara baja
del Parlamento para los cuatro próximos años, pero también una
posición de salida para el duelo por el Kremlin que tendrá lugar en
junio del año 2000. Otro escaño correspondiente a Chechenia que
completa los 450 diputados de la Duma quedará vacante tras anularse
los comicios en la república rebelde. Aunque no son candidatos ni
él ni su hombre favorito para sucederle, el primer ministro
Vladímir Putin, el resultado se considera en círculos políticos un
auténtico plebiscito.
En el ocaso de la «era Yeltsin», estas elecciones y las de
dentro de seis meses decidirán si sobrevivirá o no su régimen
personalista, arbitrario, excéntrico y plagado de escándalos de
corrupción, añadidos a una terrible crisis política y económica.
Autoritarismo, escándalos de corrupción sin que pase nada,
violencia política verbal y física, justicia al dictado del poder o
del miedo y despiadado capitalismo salvaje que ha arruinado a los
ciudadanos no una, sino varias veces, son los ingredientes.
Pero ante el mundo, gracias a la ola nacionalista provocada por
la guerra de Chechenia y las críticas exteriores, Rusia no sólo no
se ha resignado a ser una «potencia de segunda», en frase de
Yeltsin, sino que busca su antiguo sitio entre los grandes. Más de
107 millones de electores según el censo oficial y en torno a cien
según otros cómputos están convocados a las urnas, a las que se
espera acuda el 60-65 por ciento.
Será la tercera convocatoria parlamentaria y cuarta consulta
general desde la desintegración de la Unión Soviética urdida por el
hombre que ha dirigido el país con mano de hierro y mente a veces
difusa durante los últimos ocho años. Según los últimos sondeos, el
favorito es el Partido Comunista, como de costumbre, con su
oposición al Kremlin, con un arco entre el 15'5 y el 28 por ciento
de respaldo.
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