La expectación se repartía ayer entre el contenido del informe de
los auditores «Ernst and Young» y un reportaje difundido por
Alemania y Francia en el que se afirma que el fallecido presidente
galo Mitterrand había hecho llegar sumas multimillonarias a las
cuentas secretas de la CDU.
De la inspección de los auditores la cúpula del partido esperaba
extraer cuando menos la línea de los pasos a seguir para salir de
la crisis en que se halla sumida, a raíz de la red de financiación
ilícita tramada bajo el liderazgo de su ex presidente.
A pesar de la presión de la CDU para forzar a Kohl a revelar los
secretos de su contabilidad paralela, el primer partido de la
oposición parecía haberse resignado al obstinado silencio de éste,
mientras busca un camino para desmadejar el enredo sin su
ayuda.
Un falso comunicado por fax anunciando una «confesión»,
aparentemente emitido por la oficina de Kohl, sembró la confusión
entre los medios alemanes. De repente, el ex canciller decía estar
dispuesto a hablar ante una comisión «de alto rango», entre la que
se encontraría el presidente del país y su antecesor, Johannes Rau
y Roman Herzog, respectivamente, así como el del Parlamento,
Wolfgang Thierse, y el vicepresidente del Tribunal Constitucional,
Hans Jürgen Papier. El «bálsamo» para el partido resultó ser una
broma, de la que se desconoce la procedencia, tal como ocurre con
los once millones de marcos (nueve millones de pesetas) ingresados
entre 1989 y 1998 por el partido, no se sabe bajo qué concepto.
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