Foto del 11 de febrero de 1998 en la que el presidente de Francia, Jacques Chirac, estrecha en Viena la mano del líder neonazi austríaco, Joerg Haider (derecha), en presencia del presidente de Austria, Thomas Klestil.

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En una declaración, la presidencia portuguesa de la Unión Europea (UE) anunció que los jefes de Estado y de Gobierno de catorce países comunitarios se han puesto de acuerdo en rechazar todo contacto oficial a nivel político con un gobierno austriaco que incluya a la extrema derecha.

Una medida de esa trascendencia no tiene precedentes en la historia de la UE y supone una escalada en la serie de advertencias que los socios comunitarios han ido lanzando desde que se hizo realidad el ascenso de Haider al poder.

Los gobiernos de los catorce países no apoyarán tampoco las candidaturas austriacas a puestos internacionales y los embajadores de Viena en las capitales europeas no serán recibidos más que a nivel técnico, según la declaración adoptada. El primer ministro portugués, Antonio Guterres, que preside este semestre la UE, informó personalmente al presidente austriaco, Thomas Klestil, de estas medidas, que tienen como objeto influir en su decisión final de encargar o no gobierno a la coalición derechista.

Las autoridades austriacas ya habían sido advertidas por el primer ministro Guterres y el ministro de Exteriores, Jaime Gama, de que las relaciones «no serían normales» con un Gobierno austriaco de coalición con el FPOE.

La participación de la ultraderecha en un Gobierno europeo tiene un antecedente en 1994-5 cuando el Gobierno italiano que presidió Silvio Berlusconi incluyó a cinco ministros de la Alianza Nacional (neofascista) de Giafranco Fini.

Pero es tal vez la personalidad impulsiva y las declaraciones ofensivas y xenófobas de Haider lo que ha provocado el rechazo y la ira de los comunitarios.

Francia y Bélgica -dos países con fuerzas ultraderechistas en ascenso- han sido los socios de la UE que más han rechazado la posibilidad de un gobierno austriaco de coalición con el «partido de la libertad».

Haider criticó duramente el pasado domingo tanto al presidente francés, Jacques Chirac, como al Gobierno belga, por inmiscuirse en los asuntos internos de Austria. Tachó de corrupto y protector de pederastas al Gobierno de Bruselas, mientras que de Chirac dijo que «no sabe de qué habla» y ha hecho todo mal desde su llegada al poder.