El nuevo Gobierno austriaco, que asumió sus funciones ayer en
Viena, ha suscitado el rechazo de la comunidad internacional,
temerosa de las consecuencias de incluir a ministros con ideología
de ultraderecha. Los otros catorce países de la Unión Europea (UE)
pusieron en marcha las medidas de bloqueo diplomático anunciadas el
pasado lunes por el presidente en ejercicio de la UE y primer
ministro portugués, el socialista Antonio Guterres.
Estas medidas son restringir al máximo los contactos políticos
bilaterales, no apoyar las candidaturas de Austria a organismos
internacionales y recibir sólo a sus embajadores para discutir
cuestiones técnicas. Un portavoz del Gobierno alemán reconoció que
el aislamiento de Austria puede resultar difícil para Alemania, que
«tiene una lengua común» y comparte «aspectos positivos y negativos
de nuestro pasado histórico».
El Gobierno español, que puso en marcha las iniciativas de la
UE, expresó ayer su preocupación porque en el nuevo Ejecutivo
austriaco se haya incluido a un partido de «ultraderecha», con
«posiciones políticas extremas» y una «actitud contraria e
incompatible con la UE». El Gobierno belga se plantea ya un paso
más y, según reconoció su primer ministro, Guy Verhofstadt, en la
UE se discute cuál debe ser la actitud hacia Austria en los
próximos Consejos Europeos, en los que deberá estar presente el
nuevo canciller, Wolfgang Schuessel.
Además de los de la UE, otros países han iniciado ya su presión
diplomática contra el nuevo Gobierno austriaco. El embajador de
Israel en Austria, Nethan Meron, abandonó Viena por «tiempo
indefinido» pocas horas antes de que juraran sus cargos los nuevos
miembros del gabinete. Un portavoz de la embajada señaló que la
marcha estaba directamente relacionada con la llegada al Gobierno
del partido de Haider.
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