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WANDA RUDICH - VIENA Las acusaciones que responsabilizan a altos dirigentes socialdemócratas del anterior Gobierno de Viena de las sanciones concertadas por sus socios de la UE contra el nuevo Gobierno han desatado una fuerte polémica en la República alpina, donde no se descarta una investigación parlamentaria del caso. Ya en sus primeras reacciones a la amenaza de los 14 países socios de Austria en la Unión Europea de congelar sus relaciones bilaterales con Viena si el Partido Liberal (FPOE) de Jörg Haider entraba en el Gobierno, emitida por la presidencia portuguesa, ese líder populista insinuó que todo había sido tramado por sus adversarios compatriotas.

Según los liberales, los gobiernos de los países europeos sólo respondieron a los deseos del Partido Socialdemócrata Austriaco (SPOE), del ex canciller Viktor Klima, así como del presidente de la República, el conservador Thomas Klestil, al concertar las sanciones que pesan ahora sobre la pequeña República alpina.

De confirmarse esas sospechas, la decisión de «los 14» sería el producto de una conspiración de la entonces cúpula del Estado austriaco, lo que, según Haider podría incluso interpretarse como un acto de alta traición al país por parte de los responsables.

Ya el pasado miércoles, Haider exigió explicaciones a Klima, «por las graves, pero fundadas, acusaciones de Dinamarca», en alusión a una noticia publicada por el diario austriaco «Die Presse» de ese día, que, basado a su vez en un artículo del rotativo danés «Jyllands Posten», afirmaba que la campaña internacional contra la nueva coalición había sido instigada por la cúpula de Viena. Según esos periódicos, Klima aprovechó la reciente conferencia internacional sobre el Holocausto en Estocolmo para «pedir acciones» a sus homólogos amigos si el FPOE llegase a gobernar.

Tanto el presidente austriaco, como Klima, rechazaron categóricamente esas acusaciones, de las que se hicieron eco varias agencias internacionales de noticias, tras calificarlas de «falsas y no concordantes con los hechos».

Klestil afirmó que los jefes de Estado y Gobierno de los países amigos lo habían llamado por iniciativa propia para preguntar por la situación interna del país, que les preocupaba, y que el presidente francés le había informado de una propuesta del gobierno belga para que la UE adoptase medidas de rechazo a la entrada al poder de los seguidores de Haider.