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TAGUIR SALÀYEV - RUSIA El Ejército ruso admitió ayer la muerte de 37 militares en una emboscada rebelde en la retaguardia cerca de Grozni, un revés trágico e inesperado a los pocos días de dar por ganada la guerra de Chechenia. El último dato oficial casi duplicó el anterior, que cifraba en 20 muertos y 35 heridos las víctimas de la emboscada tendida por la guerrilla separatista en Pervomáiskoye, poblado a cinco kilómetros de la capital chechena. El general Serguéi Kurcherok, jefe del Estado Mayor de la Agrupación Unificada de tropas en el Cáucaso, anunció que otros 17 soldados murieron ayer en el hospital a causa de las heridas.

Doce soldados del «OMON», unidad de choque del Ministerio del Interior, murieron en el tiroteo y otros 25 en el Hospital de Catástrofes, donde hay 12 heridos graves, explicó. Entre 20 y 50 guerrilleros atacaron durante cuatro o cinco horas el convoy de nueve camiones con 98 «omones» de refresco recién llegados desde Moscú, empleando ametralladoras y lanzagranadas. Según fuentes oficiosas, es posible que hubiera una «filtración» sobre movimiento de tropas o que los chechenes interceptaran las conversaciones radiales de mandos rusos.

Por su parte, el presidente interino ruso, Vladímir Putin, calificó ayer de «tragedia» la emboscada chechena en la que al menos 37 soldados murieron en la noche de jueves en la retaguardia del Ejército ruso en Chechenia, en las cercanías de Grozni. Putin dijo «lo que sucedió es una tragedia» que demuestra que el Ejército no debe permanecer «despreocupado», y también pidió responsabilidades a los militares encargados de los movimientos de tropas por no haber adoptado suficientes medidas de seguridad. En su primera reacción oficial, difundida por las agencias y la televisión 24 horas después del incidente, Putin habló de la «incompetencia» de los oficiales que prescinden de las operaciones de reconocimiento, algo que nunca hacen los «bandidos» chechenes, dijo.