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EFE - SAN PETERSBURGO El presidente interino ruso, Vladimir Putin, recibió ayer amargas críticas por la guerra de Chechenia, pero se apuntó un implícito espaldarazo político de Occidente, crucial para su elección al Kremlin. Putin celebró una cita informal con el primer ministro británico, Tony Blair, el primer líder occidental que visita Rusia desde su ascenso al Kremlin. La «operación antiterrorista» de Moscú para reconquistar la rebelde Chechenia ha disparado la popularidad de Putin en casa, pero ha enrarecido aún más, tras la crisis de Kosovo, el diálogo de Rusia con Occidente debido al uso desmesurado de la fuerza.

En la rueda de prensa conjunta tras la reunión, Blair pidió a Rusia que modere el uso de la fuerza y respete los derechos humanos en Chechenia, pero también opinó que Occidente debe mantener el diálogo político y la cooperación económica con Moscú. Comprendo «las dificultades que afronta Rusia por la difusión del terrorismo», dijo Blair, que insistió sin embargo en que el Ejército debe actuar en Chechenia de forma estrictamente «proporcional» y respetar «las normas internacionales y los derechos humanos».

En este sentido, aseguró que «debe investigarse atenta e imparcialmente toda denuncia de violaciones de derechos humanos» en Chechenia, pero también consideró «imprescindible» «un diálogo abierto y franco» con Moscú sobre todos los problemas, incluido el chechén. Putin anunció por su parte estar dispuesto a suavizar su política en el Cáucaso y afirma que Rusia está dispuesta a aceptar la ayuda de organizaciones humanitarias para poner fin al conflicto en Chechenia, así como corregir su política en materia de derechos humanos.