TW
0
EFE - JERUSALÉN Cincuenta y cuatro diputados votaron a favor de la moción y 52 en contra, pero ésta no prosperó porque se requerían 61 votos para que venciera, es decir, la mitad más uno de los 120 escaños del Kneset. «El Gobierno no ha caído, y yo sigo adelante y me marcho a Camp David», dijo un eufórico Barak a los periodistas.

Con un Ejecutivo en minoría tras la salida de tres de los partidos que lo integraban, Barak se enfrentó a la moción del Likud en contra de su política y, en concreto, de su asistencia a la cumbre, en la que el grupo de derechas cree que el primer ministro hará concesiones inaceptables a los palestinos. El primer ministro contó con el apoyo de grupos ajenos a su Ejecutivo, como los 10 diputados pacifistas de Meretz y nueve árabes. El ultrarreligioso Shas, que con 17 diputados es la tercera fuerza parlamentaria tras Un Israel de Barak y el Likud, cumplió su amenaza de votar con la oposición, algo previsible después de que el domingo dimitieran sus cuatro ministros del Gobierno. También el Partido Nacional Religioso e Israel BaAliya, cuyos ministros presentaron igualmente su renuncia, votaron a favor de la moción.

El primer ministro, abucheado e increpado desde los escaños de la oposición, se defendió de las críticas de que no cuenta con apoyo ni político ni popular para hacer un acuerdo de paz con los palestinos. «No voy solo (a Camp David), sino con los dos millones de ciudadanos que me votaron y que desean la paz», dijo Barak ante los diputados. «Conmigo están millones de jóvenes, de veteranos, de inmigrantes que piden una oportunidad para la paz y que exigen al primer ministro terminar el círculo de violencia y de sangre», subrayó. Barak aseguró que «quienes se oponen a mi viaje son los mismos profetas que hace 20 años advirtieron sobre las malas intenciones de Sadat», en referencia al presidente egipcio antes de hacer la paz.