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AGENCIAS - MOSCÚ Los más de cien tripulantes del submarino nuclear ruso «Kursk», cargado con 24 misiles nucleares a bordo e inmovilizado en el fondo del mar de Bárents, esperan ser rescatados en una operación contrarreloj con pocas posibilidades de éxito, según admitió ayer el Almirantazgo. El comandante en jefe de la Armada rusa, Vladímir Kuroyédov, declaró que, pese a todos los esfuerzos que se realizan, las probabilidades de rescatar el sumergible «no son muy altas».

Según Kuroyédov, el casco del «Kursk», que -con 125 hombres a bordo según unas versiones y 130, según otras- yace desde el domingo en el fondo del mar de Bárents, presenta «indicios de una fuerte colisión». El mando de la Flota del Norte, a la que está adscrito el sumergible siniestrado, no descartó la posibilidad de una colisión con un «submarino extranjero o un objeto no identificado». El almirante Kuroyédov recalcó que «la situación es muy grave» y que «todas las fuerzas de rescate» han sido enviadas a la zona del accidente.

En un comienzo, el mando de la Armada informó de que el «Kursk», que entró en servicio en 1995 y participaba en unas maniobras navales en el mar de Bárents, sufrió un «desperfecto». La tripulación desconectó los dos reactores nucleares de la nave, que quedó en el fondo del mar bajo una capa de 107 metros de agua, sin suministro de energía eléctrica. Las autoridades rusas se apresuraron a comunicar que el submarino, de la clase Antei según la clasificación rusa y Oscar-II, según la de la OTAN, no portaba armas nucleares y que no se habían producido fugas de radiactividad.