El precio de los contratos futuros para octubre del Petróleo
Intermedio de Texas, que es el de referencia en Estados Unidos,
llegó a situarse en 35'13 dólares poco después de iniciarse la
sesión, si bien después aflojó la tendencia al alza y se situó en
niveles similares a los miércoles, los más altos en una década. En
Londres, el crudo Brent, de referencia en Europa rozó los 35
dólares el barril.
Estados Unidos, los países de la Unión Europea y Japón, entre
otros industrializados, han reiterado en los últimos días sus
llamamientos a los integrantes de la Organización de Países
Exportadores de Petróleo (OPEP) para que aumenten la oferta, a la
vez que aumentan la presión diplomática al más alto nivel
aprovechando la Cumbre del Milenio de la ONU en Nueva York.
El presidente estadounidense Bill Clinton, señaló ayer que había
reiterado al príncipe saudí Abdula bin Abdulaziz que los precios
actuales del crudo eran «demasiado altos» y que el mercado necesita
más petróleo, durante una reunión celebrada en Nueva York, donde
ambos participan en la Cumbre del Milenio de la ONU. Clinton señaló
además en que los altos precios suponen un riesgo de recesión
económica en algunos países y que eso perjudicaría también a los
países productores, provocando una crisis global. El presidente
español Aznar también pidió a su homólogo venezolano, Hugo Chávez,
que aumente la producción de crudo.
Arabia Saudí se ha mostrado dispuesta a pedir a los miembros de
la OPEP que aumenten las cuotas de producción por encima del medio
millón de barriles diarios hasta los 700.000 barriles, en un
intento por empujar el precio del crudo hacia los 25'00 dólares por
barril, un nivel que se adecuaría a las exigencias estadounidenses.
Sin embargo, un incremento por debajo del millón de barriles
diarios es considerado insuficiente por los operadores del mercado
neoyorquino para atender la fuerte demanda actual y los incrementos
de los próximos meses, a medida que se aproxima el invierno en el
hemisferio norte.
Francia, al borde del colapso por las
protestas
La penuria de los carburantes amenaza con paralizar a Francia, que
se halla al borde del colapso económico, mientras el Gobierno, que
afronta la cólera de sus socios Verdes, espera que dé resultados su
apuesta por la firmeza ante los transportistas que bloquean los
depósitos. Lejos de remitir, la bola de nieve de la protesta toma
más amplitud conforme pasan las horas y socava la actividad
económica del país, además de abrir fisuras en la coalición
gubernamental de izquierdas.
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