Los colegios electorales en Yugoslavia, más de 10.000, cerraron
tras una votación que transcurrió con normalidad y un alto nivel de
participación, aunque con múltiples denuncias por irregularidades.
Las elecciones de ayer están consideradas por muchos un referendo
sobre el futuro del régimen de Slobodan Milosevic, actual
presidente yugoslavo.
Estos comicios generales abarcan las elecciones presidenciales y
parlamentarias federales en Yugoslavia (Serbia y Montenegro),
locales en Serbia y regionales legislativas en la provincia norteña
serbia de Voivodina. Habrá una segunda vuelta de las presidenciales
el próximo 8 de octubre si ninguno de los cuatro candidatos obtuvo
ayer una mayoría del 50 por ciento más uno.
La Oposición Democrática de Serbia (DOS) informó en una rueda de
prensa poco antes del cierre de las urnas de que hasta tres horas
antes del cierre de los colegios hubo una asistencia del 64 por
ciento de electores en Serbia, incluida su provincia de Kosovo,
administrada por la ONU desde el año pasado.
En Kosovo, los serbios que quedan, recluidos en varios enclaves
por miedo al revanchismo albanés, pudieron depositar su voto en
unos 260 colegios electorales, protegidos por la Fuerza
multinacional (KFOR) y la policía de la ONU.
Los albaneses, mayoritarios en Kosovo, boicotearon los comicios
para dejar claro que se niegan a mantener ningún tipo de relación
con Belgrado, recordando que las autoridades yugoslavas suprimieron
el estatuto de autonomía de la provincia en 1989.
Un portavoz de la DOS, Cedomir Jovánovic, aseguró que la alta
asistencia a las urnas es favorable para la oposición y
desfavorable para Milosevic.
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