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EFE - ESTRASBURGO El Tribunal Europeo de Derechos Humanos examinó ayer las demandas del condenado líder kurdo Abdulá Ocalan contra Turquía en la capital alsaciana, convertida en escenario de manifestaciones antagónicas de kurdos y turcos que llegaron a reunir a más de 21.000 personas. Ocalan, fundador del separatista Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), fue detenido en febrero de 1999 en Nairobi (Kenia), en una operación atribuida a agentes turcos, y llevado a Turquía, donde un tribunal militar lo condenó a muerte en junio de ese año.

El líder kurdo, encarcelado en solitario en la prisión de Imrali, no pudo acudir a la audiencia de Estrasburgo, que se convirtió en un debate sobre la pena de muerte entre los abogados de los dos bandos. «Sería un desastre y un oprobio» para el Convenio Europeo de Derechos Humanos que en su eventual decisión el Tribunal no considerase la pena capital como un «trato inhumano y degradante», prohibido por el artículo 3 de dicho texto, arguyó el abogado del fundador del PKK, Sidney Kentridge.

El equipo defensor de Turquía replicó que el debate sobre la pena de muerte «sólo puede tener lugar de forma libre y soberana en Turquía y en ninguna otra parte». El letrado defensor Francis Szpiner denunció el intento de los abogados de Ocalan de tratar de trasladar el caso al terreno de «la noble lucha contra la pena de muerte», situando con ello a los jueces del Tribunal ante un «falso dilema»: erigirse en protagonistas del fin de la pena de muerte en Europa; o bien, si dan la razón a Turquía, correr el riesgo de aparecer como los últimos europeos en considerar que la pena capital no es un trato inhumano y degradante, indicó el abogado del Gobierno turco.

Szpiner insistió en que no le corresponde al Tribunal abolir la pena de muerte, reconocida por el Convenio Europeo de Derechos Humanos de 1950, pero abolida por el protocolo 6 negociado en 1983 y que entró en vigor en 1985. En el medio siglo transcurrido desde la adopción del Convenio, se ha producido una considerable «evolución moral» en Europa, afirmó el letrado de Ocalan y dijo que la pena de muerte ya constituye también un «trato inhumano y degradante».