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MIGUEL AGUILAR - JERUSALÉN En un inesperado y significativo gesto diplomático, Egipto ha retirado a su embajador en Israel. Mohammed Bassiuni, que había cumplido esta función durante los quince años de relaciones entre los dos países, declaró que no se trataba de una retirada permanente, pero sí por un tiempo indefinido.

Por su parte, el ministro de Exteriores egipcio, Amro Musa, confirmó que de este modo Egipto quería mostrar su indignación por el bombardeo de Gaza el lunes por la tarde por parte de la aviación y la marina israelí. «No podemos tolerar por más tiempo esta situación» declaró en rueda de prensa el titular de Exteriores. «No ya el excesivo uso de fuerza, sino simplemente el uso de fuerza contra civiles es inaceptable», añadió.

La noticia de la retirada del diplomático cogió por sorpresa al gobierno de Barak, que dije confiar en que Egipto cambiará de opinión y afirma que Israel, por su parte, no retirará a su embajador en El Cairo. Los israelíes tienen en mente una reacción egipcia similar cuando, como consecuencia de la invasión de Líbano por fuerzas hebreas, El Cairo llamó a su representante durante ocho meses.

Sin embargo, el nerviosismo y hasta una inicial sensación de pánico eran perceptibles entre los políticos israelíes ante el hecho de que Egipto y Jordania son los dos únicos países árabes con los que Israel mantiene relaciones diplomáticas. El hecho de que el país del Nilo sea no sólo un vecino de Israel sino también el país árabe más poblado proporcionaba a estas relaciones un valor no sólo estratégico y geopolítico sino también psicológico.

Por otra parte, Egipto ha sido, durante todo el proceso de paz y particularmente durante los últimos meses, el elemento moderador en el mundo árabe. Hace tan sólo unas semanas, fue el máximo mandatario egipcio, Hosni Mubarak, quien evitó que la Liga Àrabe tomara medidas concretas contra Israel.