En un inesperado y significativo gesto diplomático, Egipto ha
retirado a su embajador en Israel. Mohammed Bassiuni, que había
cumplido esta función durante los quince años de relaciones entre
los dos países, declaró que no se trataba de una retirada
permanente, pero sí por un tiempo indefinido.
Por su parte, el ministro de Exteriores egipcio, Amro Musa,
confirmó que de este modo Egipto quería mostrar su indignación por
el bombardeo de Gaza el lunes por la tarde por parte de la aviación
y la marina israelí. «No podemos tolerar por más tiempo esta
situación» declaró en rueda de prensa el titular de Exteriores. «No
ya el excesivo uso de fuerza, sino simplemente el uso de fuerza
contra civiles es inaceptable», añadió.
La noticia de la retirada del diplomático cogió por sorpresa al
gobierno de Barak, que dije confiar en que Egipto cambiará de
opinión y afirma que Israel, por su parte, no retirará a su
embajador en El Cairo. Los israelíes tienen en mente una reacción
egipcia similar cuando, como consecuencia de la invasión de Líbano
por fuerzas hebreas, El Cairo llamó a su representante durante ocho
meses.
Sin embargo, el nerviosismo y hasta una inicial sensación de
pánico eran perceptibles entre los políticos israelíes ante el
hecho de que Egipto y Jordania son los dos únicos países árabes con
los que Israel mantiene relaciones diplomáticas. El hecho de que el
país del Nilo sea no sólo un vecino de Israel sino también el país
árabe más poblado proporcionaba a estas relaciones un valor no sólo
estratégico y geopolítico sino también psicológico.
Por otra parte, Egipto ha sido, durante todo el proceso de paz y
particularmente durante los últimos meses, el elemento moderador en
el mundo árabe. Hace tan sólo unas semanas, fue el máximo
mandatario egipcio, Hosni Mubarak, quien evitó que la Liga Àrabe
tomara medidas concretas contra Israel.
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