Las elecciones en EE UU cumplieron ayer un mes sin saberse aún
quién será el próximo presidente de ese país, pero sen medio de una
intensa batalla judicial que ha puesto en tela de juicio su sistema
electoral indirecto creado hace más de dos siglos. Alrededor de
cien millones de estadounidenses concurrieron a las urnas el siete
de noviembre pasado en lo que se había pronosticado durante meses
que serían las elecciones más reñidas en los pocos más de 200
siglos de historia de los Estados Unidos.
El candidato del Partido Demócrata, el vicepresidente de los EE
UU, Al Gore, ganó el voto popular por una diferencia inferior a un
uno por ciento porcentual y lucha por ganar 25 votos electorales en
el Estado de Florida. El partido demócrata pidió ayer al Tribunal
Supremo de Florida que ordene un recuento manual en dos condados,
en un último intento para demostrar que su candidato, Al Gore, ganó
las elecciones presidenciales.
Los abogados de Gore acudieron ayer al máximo tribunal floridano
para tratar de revocar una decisión de un juez estatal que rechazó
su petición de un recuento manual parcial en Palm Beach y
Miami-Dade. Los asesores del vicepresidente han indicado que una
decisión de los siete jueces puede ser la última palabra en este
largo litigio electoral que ayer cumple un mes.
La sesión de ayer se caracterizó por las constantes preguntas de
los jueces a los abogados demócratas y republicanos y sus dudas
sobre si tienen jurisdicción para intervenir. Por otra parte el
candidato demócrata, Al Gore no está seguro de que admitirá su
derrota en la carrera presidencial estadounidense en el caso de que
pierda una apelación que se está llevando a cabo actualmente en la
Corte Suprema de Florida, dijo este jueves uno de sus abogados,
Dexter Douglas. «Usted pensó eso, y nosotros pudimos pensar eso,
pero puede no ser así», dijo Douglas luego de que se le preguntara
si Gore admitirá su derrota si la apelación es rechazada.
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