El escándalo sobre el pasado rebelde del ministro alemán de
Exteriores, Joschka Fischer, se avivó ayer con el anuncio de la
apertura de un sumario para determinar si prestó falso testimonio
en un juicio. La Fiscalía de Fráncfort ha enviado una carta al
presidente del Parlamento alemán, Wolfgang Thierse, para pedir el
levantamiento de la inmunidad parlamentaria del ministro.
La fiscalía basa sus diligencias en varias denuncias que afirman
que Fischer no dijo la verdad cuando en enero compareció como
testigo en el juicio contra un su ex compañero de luchas
callejeras, Hans-Joachim Klein, que después tomó el camino del
terrorismo y el jueves fue condenado a 9 años de cárcel por
participar en el atentado contra la sede de la OPEP en Viena, en
1975.
Las denuncias se basan en la comparecencia de Fischer en el
juicio contra Klein, el ministro fue preguntado por el fiscal si en
los setenta la terrorista de la Fracción del Ejército Rojo (RAF)
Margit Schiller había pasado un tiempo en la comuna en la que
vivían él y su compañero de la revolución estudiantil Daniel
Cohn-Bendit.
El ministro afirmó que no había vivido con ella y, con cierta
ironía, añadió que tampoco había tenido relación sentimental con
ella. El problema es que Schiller explicó que en 1973 vivió en la
misma casa que Fischer, que desayunó con él y Cohn-Bendit y que por
las noches salieron juntos por los bares. Ante estos detalles,
Fischer hizo memoria y admitió que quizás había participado en
discusiones en las que estaba Schiller.
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