Los laboristas compartirán el poder con la Derecha en Israel. Así
lo ha decidido por una amplia mayoría su comité central, reunido
ayer en un cine de Tel Aviv. Lo tenso de la convención, sin
embargo, permite aventurar que la crisis del partido laborista,
lejos de haberse cerrado, podría profundizarse todavía más.
Ha sido por más de dos tercios de los votos que los
compromisarios laboristas aprobaron la integración en el gobierno
conjunto que pretende formar Ariel Sharon. En él, el partido
Laborista obtendrá ocho Ministerios, incluidos algunos tan
importantes como Defensa y Asuntos Exteriores. A cambio, los
laboristas se verán probablemente obligados a proporcionar
cobertura a lo que se supone serán políticas más duras de Ariel
Sharon con los palestinos.
No ha quedado resuelto, en cambio, uno de los asuntos más
espinosos, que se retrasa para los próximos días: el reparto
concreto de las carteras. La reunión del comité ejecutivo laborista
había sido aplazada varias veces debido precisamente a las
desavenencias existentes en la cúpula de partido. Esas
desavenencias se debían tanto a las opiniones encontradas acerca de
la participación en un gobierno de unidad nacional, como a la lucha
por el poder dentro del propio partido Laborista.
Estos desacuerdos y hostilidades profundas se volvieron a poner
de manifiesto en la reunión de ayer, donde el cruce de insultos y
acusaciones entre los participantes ha sido constante.
En un encendido discurso, Simón Peres defendió con vehemencia la
entrada de los laboristas en el Gobierno. Según Peres, la presencia
de la izquierda en la coalición gubernamental permitirá salvar en
alguna medida el proceso de paz. «Apoyaremos y contendremos a
Sharon al mismo tiempo» dijo el Premio Nóbel de la Paz, a quién
Sharon ha prometido la cartera de Defensa o la de Exteriores.
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