George W. Bush se apuntó ayer otra victoria en su intento de
convencer a sus aliados de la OTAN de la necesidad de poner en
marcha una defensa antimisiles para afrontar las amenazas de países
hostiles o grupos terroristas. Los países de la OTAN aceptaron el
principio teórico en que se basa EEUU: la idea de que hay que dejar
atrás la guerra fría y crear un nuevo marco estratégico que
responda a los retos actuales, si bien luego, en el capítulo de las
medidas, hubo más diferencias.
Fuentes aliadas señalaron que, incluso los países europeos más
críticos con la defensa antimisiles "como es el caso de Francia o
Alemania, con muchas reservas", reconocieron que el actual marco de
la relación con Rusia está obsoleto. Y Bush, quien acudió ayer a su
primera reunión de dirigentes de la OTAN, no pudo dejar de
mostrarse muy satisfecho, aunque se esforzó en no aparecer
triunfalista, y se comprometió a no actuar de forma unilateral.
George W. Bush, quien el martes recibió la comprensión del
presidente del Gobierno español, José María Aznar, también recogió
hoy el firme apoyo del nuevo primer ministro italiano, Silvio
Berlusconi.
Los líderes de la OTAN confirmaron ayer el lanzamiento en 2002
de una nueva fase de la ampliación de la Alianza hacia el este,
aunque evitaron decir qué países serán invitados a adherirse.
El compromiso con la ampliación había sido contraído ya cuando
fue convocada la cumbre de Praga, para noviembre del año próximo,
pero ayer adquirió una renovada fuerza gracias al aval del nuevo
inquilino de la Casa Blanca. Para Bush, «ahora tenemos la gran
oportunidad de construir una Europa unida, libre y en paz, con esta
gran alianza de libertad en su centro».
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