«Algo único y sin precedente ha sucedido», declaró Simeón II, de 64
años, poco después de convertirse, gracias a sus promesas
electorales de combatir la corrupción y la pobreza, en el primer
rey depuesto que recupera el poder político en algún país de Europa
Central u Oriental desde el colapso del comunismo. Ahora, la duda
gira entorno al futuro de este particular dirigente político y, por
tanto, entorno al futuro institucional de su país. Simeón de
Sajonia-Coburgo, que no se presentó como candidato en los comicios,
se ha negado hasta el momento a especificar cuál va a ser su papel
en el futuro Gobierno búlgaro, casi con toda seguridad controlado
por su partido, aunque anoche no descartó ser primer ministro y
anunció su intención de formar un Gobierno de coalición con
partidos afines a su Alianza Nacional.
La Constitución de Bulgaria establece que el depuesto rey podría
convertirse en primer ministro sin necesidad de ser parlamentario,
pero los analistas políticos creen que probablemente preferirá
mover los hilos del poder desde un segundo plano. «No estamos
hablando de mi futuro político», afirmó en todo caso el
protagonista del día, que prefirió proclamar que «algo único y sin
precedentes ha sucedido». El último recuento de la Comisión Central
Electoral ha otorgado al Movimiento Nacional Simeón II (MNS II),
encabezado por el ex monarca, la mitad de los 240 asientos del
parlamento unicameral. Las elecciones celebradas el domingo en
Bulgaria cumplieron los estándares internacionales, según indica en
su informe la misión de observación de la Organización para la
Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) que se encuentra en
Sofía.
«La votación y el recuento se llevó a cabo de una forma
ordenada, de acuerdo con la Ley Electoral», indicó el responsable
de esta misión, el embajador Charles Magee, añadiendo que «el
pueblo de Bulgaria ha sido capaz de expresar su deseo, por lo que
ahora corresponde a sus líderes electos comprobar que se cumplen
las aspiraciones del electorado».
Simeón II fue declarado rey cuando sólo tenía seis años de edad,
en 1943, tras la muerte, en extrañas circunstancias (se dice que
pudo ser envenenado) de su padre, Boris II. Tres años más tarde, se
vio obligado a exiliarse, cuando los comunistas tomaron el poder y,
dentro de la esfera soviética tras el final de la Segunda Guerra
Mundial, proclamaron en referéndum la República Popular de
Bulgaria. El resto de la vida del ex monarca se desarrolló
fundamentalmente en España, concretamente desde 1951, donde, hace
poco, dirigió una consultoría.
El Movimiento político de Simeón irrumpió prometiendo que
combatirá la corrupción, creará incentivos para la inversión
mediante recortes en los impuestos y generará suficientes ingresos
para aumentar el gasto público. A lo largo de la campaña, el ex
monarca ha sido acusado de populismo por sus promesas de combatir
la corrupción y la pobreza y de hacer promesas irresponsables como
la concesión de préstamos libres de impuestos a pequeños negocios y
el aumento de salarios a maestros y policías.
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