Al dimitir como ministro principal de Irlanda del Norte, el líder
del Partido Unionista del Ulster, David Trimble, ha dejado
prácticamente en manos del IRA su posible vuelta al gobierno
autónomo de la provincia. Efectiva desde ayer, la dimisión de
Trimble ha creado una nueva crisis en la ya de por sí inestable
situación política en Irlanda del Norte.
Y para más inri, en el Ulster acaba de empezar la temporada de
las marchas de verano, cuando los protestantes-unionistas
aprovechan para desfilar por los barrios católicos-nacionalistas,
lo que añade más tensión a la vida entre dos comunidades
enfrentadas. Trimble se puso a sí mismo un ultimátum -que acabó el
sábado- para forzar al IRA a que entregue o inutilice sus
armas.
En declaraciones desde Francia, donde asistió a una
conmemoración de la batalla del Somme (primera guerra mundial), el
ya ex jefe del Gobierno norirlandés afirmó que no volverá a ocupar
el cargo si el IRA no empieza a desarmarse de acuerdo con lo
estipulado en el acuerdo de paz firmado el Viernes Santo de
1998.
En principio es, pues, el IRA -y, por extensión, el movimiento
republicano- el que tiene la última palabra sobre el futuro de
Trimble como jefe del gobierno autónomo en Irlanda del Norte. El
mismo lo reconoció ayer al decir que el suyo «es un riesgo que
merece la pena correr».
Entre tanto, la clase política en esta provincia dispone de
apenas seis semanas para resolver esta crisis. Trimble ha sido
sustituido por uno de sus ministros, Reg Empey, quien ni usará el
título oficial ni cobrará el sueldo ni se sentirá más que una
especie de encargado temporal.
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