Los graves disturbios raciales que se prolongaron durante más de
ocho horas la noche del sábado en Bradford, en el norte de
Inglaterra, han dejado heridos al menos a seis civiles y 120
policías y han causado la detención de 36 personas, 13 blancos y 23
de origen asiático, que viven todos ellos menos dos en el área de
Bradford. Los jefes de la Policía de la región de West Yorkshire
han prometido que detendrán a todos los implicados en los
disturbios.
El ministro del Interior británico, David Blunkett, condenó ayer
los disturbios, los peores que se han registrado en las calles del
país en los últimos años. «Estoy desolado ante la violencia sin
sentido, la destrucción y los daños que esto ha causado al
bienestar de la población local, sus comunidades y su prosperidad»,
afirmó el ministro, que alabó el papel desempeñado por la policía
«frente a las graves provocaciones». La calma se ha restablecido en
el área pero la policía continuará supervisando la situación en los
próximos días.
El «número dos» de la Policía de West Yorkshire, Greg Wilkinson,
reconoció la «sorprendente» ferocidad de los enfrentamientos estuvo
a punto de desbordar a la policía, cuyo comportamiento ha sido muy
criticado en ciertas áreas de la población. «Nuestra estrategia se
centraba en impedir los desórdenes y dispersar a los implicados.
Esta estrategia no tuvo éxito, pero hicimos lo que pudimos»,
agregó.
La violencia tuvo su origen en una manifestación de la Liga Anti
Nazi contra el Frente Nacional Británico, una organización de corte
neonazi. Los enfrentamientos comenzaron cuando un grupo de jóvenes
blancos que salían de un bar profirieron insultos racistas. Durante
más de una hora, la policía trató de separar a los grupos de
blancos y de asiáticos en el centro de la ciudad, que cuenta con un
alto porcentaje de población originaria del subcontinente indio.
Cuando los agentes acudieron a separarlos, fueron atacados con
diversos objetos arrojadizos, bates de béisbol, martillos y
cócteles Molotov, en unos enfrentamientos en los que varios coches
fueron incendiados. Más tarde la violencia se extendió a
Manningham, en las afueras de la ciudad, donde la policía fue
recibida con barricadas, coches incendiados y cócteles Molotov.
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