El presidente francés, Jacques Chirac, afirmó ayer en una
intervención televisiva de más de una hora con motivo de la fiesta
nacional del 14 de julio, que «los viajes que efectuó entre 1992 y
1995 cuando era alcalde de París fueron perfectamente legales y
pagados de su bolsillo» y que «no declarará en el sumario abierto
por la Justicia porque «el presidente no es un ciudadano cualquiera
y no puede rebajar su autoridad», añadiendo que los jueces «no
tienen derecho a poner en cuestión la Constitución». Chirac
calificó de escandaloso que se esté utilizando contra él a su
esposa y a su hija, pero anunció que su esposa acudirá a declarar
ante los jueces porque «es su deber».
Asimismo, se mostró partidario de modificar el Estatuto Penal
del presidente de la República una vez pasen las elecciones
presidenciales de 2002 y de congelar los fondos reservados del
Estado que ahora se reparten sin control. El presidente francés
comenzó esta esperada intervención ante las cámaras de televisión
haciendo referencia al triunfo de Beijing sobre París como sede de
los próximos Juegos Olímpicos y a la seguridad ciudadana, que tanto
preocupa, según las encuentas, a los franceses.
A la primera cuestión dedicó dos minutos y unos veinte a las
reformales legales y medidas policiales que, en su opinión, deben
adoptarse para garantizar la seguridad, sobre todo en el
extrarradio de grandes ciudades como París. Éstas son las primeras
declaraciones públicas de Chirac sobre el polémico escándalo de los
viajes privados, pagados presuntamente con fondos públicos en la
época en la que era alcalde de París. Según el sumario abierto, la
esposa, la hija de Chirac y otras personas del entorno presidencial
gastaron 2.329.144 francos (unos sesenta millones de pesetas) en
viajes privados.
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