Activistas radicales volvieron a desatar ayer un batalla campal en
las calles de Génova, sede de la reunión anual del G-8, en medio de
una manifestación de los grupos antiglobalización que transcurrió
bajo un clima de alta tensión por la muerte el viernes de un joven
por el disparo de un agente. Unas 150.000 personas se dieron cita
en la marcha que se prolongó durante más de tres horas, mientras
los líderes de los siete países mas industrializados del mundo y
Rusia, al otro lado de la verja que protege la zona urbana de
exclusión, finalizaban su reunión plenaria.
Las columnas de humo procedentes de los incendios provocados por
manifestantes incontrolados y de los botes de humo de los gases
lacrimógenos lanzados por la Policía dibujaron el habitual decorado
de los disturbios que últimamente acompañan a las grandes citas
internacionales.
Los mismos jóvenes de orientación anárquica más que anarquista
que el viernes sembraron el pánico en la capital genovesa camparon
de nuevo ayer al abrigo de los manifestantes que pacíficamente se
enfrentaban a una jornada considerada histórica por el movimiento
antiglobalización.
Los líderes de los grupos contestatarios mas significativos
querían una manifestación pacífica y habían negociado largo y
tendido con el jefe de Policía para que controlaran a los elementos
más radicales.
Pero todo fue en vano, porque estos activistas no se resistieron
a dejar patente su conocida tarjeta de visita: lunas y escaparates
de negocios rotos, coches incendiados, mobiliario urbano
destrozado.
Los genoveses, que masivamente abandonaron la ciudad para
escapar a las iras que lleva aparejado el G-8, deberán hacer las
cuentas a su vuelta con los efectos devastadores de este anunciado
ciclón.
Y como siempre la ola de destrucción sólo fue el preámbulo del
cuerpo a cuerpo entre grupos radicales y efectivos policiales, que
se emplearon sin contemplaciones como pudo apreciarse en el largo
directo televisivo que ofreció el tercer canal de la televisión
pública RAI.
Los momentos de mayor tensión se vivieron entorno a la Plaza
Kennedy, en el barrio genovés de Foce, donde un grupo de
extremistas de los denominados Black Block asaltaron un
concesionario de automóviles e incendiaron los vehículos que se
encontraban en su interior.
Las continuas provocaciones de los grupos mas radicales y las
consiguientes intervenciones de la Policía, con el lanzamiento de
botes de humo y gases lacrimógenos, provocaron la disgregación de
la manifestación, que quedó dividida.
El «parte» de incidencias difundido por las autoridades a las
14:30 GMT registraba más de 200 heridos, más de 70 de ellos
policías, varias docenas de detenidos y millonarios daños
materiales.
Los padres de Carlo Giuliani, de 23 años, muerto por un disparo,
hicieron ayer un emotivo llamamiento público para que «los
sentimientos de paz, tolerancia, solidaridad sean los valores
auténticos en los cuales reconocerse, para que la absurda muerte de
Carlo no sea todavía más absurda e inútil». La autopsia realizada
ayer al joven ha demostrado que la causa de la muerte fue un solo
disparo que recibió en la cabeza.
También en Madrid y Barcelona varios centenares de personas se
manifestaron ayer en protesta por la muerte de Carlo.
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