El Banco Central Europeo (BCE) pronosticó ayer un crecimiento
económico en la eurozona en el primer semestre de este año inferior
al anteriormente previsto, lo que afectará al resultado del
conjunto de 2001, según el boletín mensual de agosto. La entidad
europea advierte de que esta desaceleración refleja la
ralentización económica global y «que parece haber afectado
significativamente a las exportaciones e inversiones de la zona
euro».
Hasta ahora, el BCE había insistido en que el crecimiento para
el conjunto de 2001 se situaría en la zona alta del 2'5 por ciento
para los doce países del euro, si bien la revisión a la baja hecha
por grandes economías, como Alemania, ponen en entredicho esta
cifra. El BCE también considera que en los primeros seis meses del
año habrá disminuido el crecimiento del consumo, debido a que
habrán bajado los ingresos disponibles por el aumento de los
precios de la energía y los alimentos.
«Existe, por tanto, un mayor grado de incertidumbre en torno al
crecimiento económico de la zona euro para el segundo semestre de
2001, en especial si se consideran los posibles efectos añadidos
producidos por el deterioro de la evolución del crecimiento en
varias zonas del mundo», previene el boletín. Considera, por otra
parte, que «el actual nivel de los tipos rectores de interés del
BCE son adecuados para mantener la estabilidad de los precios en la
eurozona a medio plazo».
Para ello, el banco emisor se basa en la evolución del
crecimiento de la masa monetaria, que tras varias correcciones se
ha acercado al valor recomendado por el BCE del 4'5 por ciento, y
resalta que la inflación bajó del 3'4 por ciento en mayo al 3 por
ciento en junio. Este valor sigue estando alejado del 2 por ciento
que el banco europeo impone como máximo, si bien la inflación
subyacente, que excluye los alimentos frescos y la energía, se
mantuvo en junio en el 2'2 por ciento, una cifra próxima al de
referencia.
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