En la mañana de ayer las autoridades de Jerusalén procedieron a
dispersar violentamente a los manifestantes que se habían
concentrado ante el edificio, mientras el presidente de la
Autoridad Palestina, Yasir Arafat, pedía ayuda internacional para
presionar al Gobierno del primer ministro israelí, Ariel Sharon,
para que cese la ocupación de la sede. Los manifestantes fueron
rechazados violentamente por las autoridades que protegían la Casa
de Oriente, algo que no hizo sino avivar las consignas contra los
israelíes y los cantos nacionalistas.
Israel ocupó la noche del pasado jueves la Casa de Oriente,
cuartel general de los palestinos en Jerusalén, e izó la bandera
israelí en el edificio que consagra el sueño palestino. Las
autoridades israelíes cerraron también varias oficinas palestinas
en el sector oriental de Jerusalén, en respuesta al atentado del
jueves que causó 16 muertos, incluido el kamikaze palestino, y más
de 80 heridos. Ante la situación, Arafat escribió a las Naciones
Unidas, la Unión Europea, y los presidentes de Estados Unidos,
Rusia y China, para pedir su intervención.
Las tropas israelíes tomaron los edificios de la OLP como
respuesta al atentado suicida tras el estallido de una bomba
cargada de clavos en una pizzería del centro de la ciudad. La
Policía israelí irrumpió en la Casa de Oriente y tomó el control
del complejo. Más tarde, procedió a bajar la bandera palestina,
sustituyéndola por la israelí. Por otro lado, Israel afirma desde
hace tiempo que el uso de los palestinos de las instalaciones con
fines políticos viola los acuerdos interinos, pero sólo la había
cerrado una vez temporalmente en 1997. Para los palestinos este
edificio es una importante institución del potencial Estado
palestino.
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