El gobierno y economistas de Argentina coincidieron ayer en que
aunque la ayuda de 8.000 millones de dólares (1'6 billones de
pesetas) del FMI permite vislumbrar una salida a la crisis, no va a
hacer «milagros» y el país debe cumplir su plan de ajuste. «Debemos
estar contentos», dijo "henchido de satisfacción" el presidente
Fernando De la Rúa, para quien el respaldo financiero anunciado el
martes por el Fondo Monetario Internacional (FMI) puede «traducirse
en posibilidades de crecimiento». Pero el mandatario coincidió con
el ministro de Economía, Domingo Cavallo, en que los fondos frescos
no aseguran por sí mismos la recuperación, después de tres años de
recesión, y en que hay por delante un largo camino para lograr la
austeridad fijada para 2001.
«El apoyo del Fondo apunta a que los argentinos recuperemos la
confianza en nosotros mismos», dijo al respecto Cavallo, en un
seminario organizado por la Cámara de Exportadores de Argentina al
que asistió un nutrido grupo de empresarios. Pero advirtió de que
«no habrá milagros» por la ayuda y que el ansiado crecimiento
económico «será posible sólo con perseverancia». El director
gerente del FMI, Horst Koehler, anunció la noche del martes que el
directorio del organismo está dispuesto a recomendar un aumento de
8.000 millones de dólares en el crédito contingente («stand by»)
concedido a Argentina en diciembre pasado, por 14.000 millones de
dólares.
Gracias a esos fondos frescos, según Cavallo, regresarán los
depósitos bancarios, que en julio llegaron a caer en 5.700 millones
de dólares debido a la creciente desconfianza de los ahorradores en
la capacidad de Argentina para remontar la crisis. Los depósitos
que vuelvan permitirán «financiar los proyectos productivos y
aumentar las exportaciones», dijo el ministro, artífice en 1991,
durante el gobierno de Carlos Menem, de la paridad entre el peso y
el dólar que erradicó la hiperinflación.
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