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Cuando el mundo civilizado aún no ha superado el impacto emocional que causan las imagenes de los horribles atentados terroristas contra Nueva York y Washington, oscuros nubarrones de guerra se perfilan en el horizonte. Como si de la peor ficción futurista se tratara, ha sucedido lo increíble. Lo que nadie podía vaticinar fuera de las consabidas películas de catástrofes. La realidad es dantesca. Las calles del sur de Manhattan muestran un panorama apocalíptico difícil de asimilar. Nada será como antaño. El siglo XXI ya ha llegado.

Es ahora, cuando vuelven a aparecer en la memoria colectiva los funestos presagios de célebres profetas como Nostradamus, cuyas cuartetas, de múltiples interpretaciones, parecen guardar la clave del estremecedor destino de la humanidad. Pero también la Biblia anuncia el Apocalipsis a partir de un conflicto global. El astrólogo del siglo XVII fundamentó sus profecías en juegos de palabras, anagramas y expresiones en francés, latín y en un lenguaje propio, oscuro y simbólico. Entre sus visiones se le atribuye haber pronosticado la Revolución Francesa, la derrota de Napoleón en Waterloo y tres guerras mundiales, entre otros.

Una de las cuartetas atribuida a Nostradamus en una discutible versión de controvertida cronología dice así: «En el año del nuevo siglo y nueve meses, (por mes séptimo de 1999) desde el cielo vendrá el gran Rey del Terror. Después, Marte (dios de la guerra) reinará». Que se ha complementado con otra traducción inquietante: Llegará del cielo el ave de la destrucción, caerán los dos tronos gemelos, arderá el fuego de la guerra con el fuego del caos, y cuando los pájaros vuelvan a volar comenzará la tercera y se hará en nombre de Dios.» Pero la profecía indica: «Dos hermanos (¿las torres gemelas?) serán separados con violencia por el caos y la tercera gran guerra comenzará cuando la ciudad arda».

Tambien parece anunciar la destrucción de Nueva York cuando advierte: «un incendio que asolará la Tierra producirá temblores en torno a la Nueva Ciudad», desastre que conducirá a la III Guerra Mundial en la que dibuja un panorama aterrador con la destrucción de Europa y sangrientas invasiones y saqueos de origen oriental a todos las naciones mediterráneas. La acción devastadora, en la que los países islámicos tendrán un papel protagonista, aliados con China, generará miles de víctimas. Los países del Golfo dejarán de exportar petróleo y Occidente vivirá la peor crisis de su historia. El conflicto producirá también un cataclismo ecológico. Nostradamus no fue el único en profetizar la destrucción de Nueva York. Así, el clarividente norteamericano Edgar Cayce tuvo visiones comparables a las de William Blake. Su visión del futuro tuvo lugar en 1936 y pronosticó un cataclismo comparable al que determinó la desaparición de la mítica Atlántida. Cayce fijó la catástrofe en torno al año 2000.