Los musulmanes y árabes en los Estados Unidos se enfrentan a un
nuevo terror: ser identificado por sus vecinos como sospechosos y
apuntados con el dedo como responsables indirectos de la tragedia
causada. Después de que el FBI identificara a una docena de
secuestradores como procedentes del «Medio Oriente», se han
sucedido las amenazas y agresiones. El presidente de los Estados
Unidos, George W. Bush, consciente de que éste es un riesgo
evidente, recordó que «los estadounidenses de origen árabe aman a
nuestra bandera tanto como nosotros». Bush recalcó que EE UU «debe
ganar la guerra (contra el terrorismo) a la vez que trata a los
ciudadanos de origen árabe y musulmanes con el respecto que se
merecen».
Líderes comunitarios musulmanes han recibido amenazas de muerte
y desconocidos lanzaron una bomba incendiaria a un centro musulmán
en Chicago, mientras que la embajada de Kuwait en Washington ha
recibido cientos de llamadas denunciando incidentes racistas y
ofensas verbales. Entre los incidentes, que se multiplican por
horas, se incluyen palizas a estudiantes árabes en las
universidades de Michigan y Carolina del Norte y la destrucción de
los ventanales de la modesta Asociación de Estudiantes Musulmanes
de Wayne State University. Asimismo, numerosas publicaciones en
árabe en todo el país han cerrado sus puertas.
La experiencia de los más de siete millones de musulmanes de
piel oscura de EE UU, demuestra que el racismo aumenta en los días
inmediatamente posteriores a un gran atentado, como ocurrió tras el
atentado de Oklahoma en 1995. «Estamos acostumbrados a ser los
chivos expiatorios. Basta tener la piel oscura, un bigote o la
cabeza cubierta en el caso de las mujeres, y ya eres un criminal»
dice Jim Zogby, director del Instituto Arabe Americano de
Washington. «Entre nosotros hay víctimas, bomberos, policías de la
ciudad de Nueva York, funcionarios del Pentágono, estamos en duelo
como cualquier otro estadounidense», señala Zogby que se reunirá en
las próximas horas con la Comisión de Derechos Civiles del
Ministerio de Justicia para denunciar los incidentes .
Una de las mayores concentraciones de árabes (tanto musulmanes
como católicos) fuera del Medio Oriente, se encuentra en Dearborn,
un suburbio de Detroit, donde nació el sueño americano con las
gigantescas factorías de automóviles de Ford, con un gran
porcentaje de obreros procedentes del Medio Oriente y cuyo
presidente, Jaques Nasser, es un libanés.
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