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El presidente de EE UU, George W. Bush, advirtió ayer al país de que la lucha que se va a iniciar contra el terrorismo será larga y dolorosa, representará sacrificio y se cobrará, incluso, la vida de algunos militares («algunos de los que se van quizá no vuelvan», aclaró). El presidente pronunció un discurso histórico ante las dos Cámaras del Congreso y pidió al país que se mantenga «vigilante y paciente» frente a la amenaza terrorista. Bush no hizo una declaración de guerra pero, convencido de que debe «una explicación al país», hizo hincapié en que Estados Unidos tiene por delante «un nuevo tipo de guerra» que combinará acciones militares visibles y ataques directos contra los apoyos financieros y territoriales de los terroristas.

Bush dejó claro que Estados Unidos está decidido a atacar a este evasivo enemigo «durante un largo período de tiempo, no sólo en un momento concreto». En esta lucha continuada, Estados Unidos contará con el pleno apoyo de sus amigos y aliados, quienes ya están expresando su solidaridad de diferentes formas. Ayer mismo, el presidente se entrevistó con el primer ministro británico, Tony Blair, con quien cenó antes de trasladarse juntos al Capitolio; así como con la 'troika' europea y con el ministro de Exteriores de Arabia Saudí. El presidente, por otra parte, subrayó que es necesario cambiar «el significado de la palabra guerra» y explicó que, en las semanas futuras, «habrá, a veces, batallas visibles, pero otras muchas que nunca sabremos que se han librado».

Los analistas consideran que ésta fue la intervención más importante de su presidencia e incluso la comparan en trascendencia con la pronunciada por Franklin D. Roosevelt tras el ataque a Pearl Harbor. Por su parte, un representante de la Alianza del Norte, fuerte opositora que lucha contra el régimen talibán, declaró ayer que el momento actual es el mejor para un eventual ataque militar contra los campamentos de terroristas en Afganistán.