La Alianza del Norte, que combate contra el régimen talibán, y el
rey afgano en el exilio en Roma, Zahir Shah, sellaron ayer el
nacimiento del Consejo Supremo para la unidad nacional de
Afganistán como paso previo a la formación de un gobierno
provisional y a la elección de un nuevo jefe del Estado. La
iniciativa, con la que se pretende presionar al gobierno talibán y
hacer frente a su eventual caída, fue adoptada al término de una
intensa ronda de negociaciones mantenida desde el pasado sábado en
la capital italiana, en la que también participó una delegación del
Congreso norteamericano.
En un comunicado conjunto de tres puntos se anuncia la creación
del Consejo y la convocatoria «a la luz de la situación nacional e
internacional» de una 'Loya Jirga' (gran asamblea de los jefes de
las tribus afganas, que no se reúne desde 1964) «que elegirá un
jefe del Estado y un gobierno de transición». En el caso de que la
'Loya Jirga' no se pueda celebrar, se concede al Consejo la
autoridad de proceder directamente a la elección de los máximos
órganos dirigentes del país. El acuerdo lo firmaron Yosnou Kanuni,
ex consejero del asesinado comandante Ahmed Massud, en
representación de la Alianza del Norte, y el rey Mohamed Zahir
Shah, derrocado hace 28 años y residente desde entonces en Roma.
Kanuni afirmó que el pacto representa «un nuevo punto de partida y
el inicio de una nueva era para Afganistán». El representante de la
Alianza del Norte especificó que el Consejo Supremo estará abierto
a todas las tribus afganas, «incluidos los talibán que, en un
futuro indeterminado, quieran integrarse en el mismo».
Tras subrayar que el órgano de unidad nacional creado ayer será
la única institución legitima para adoptar decisiones sobre los
asuntos más relevantes, Kanuni insistió en rechazar cualquier
ataque indiscriminado contra Afganistán. «No aceptaremos nunca
ataques norteamericanos contra nuestra gente, contra la población
inocente de Afganistán», declaró el portavoz de la Alianza del
Norte, quien reconoció, sin embargo, el «derecho» de EEUU a
encontrar y castigar a los culpables de los atentados del 11 de
septiembre. La Alianza del Norte valora positivamente el papel del
rey afgano en el exilio Muhamad Zahir Shah, de 86 años, cuya figura
ha ido cobrando relevancia en las últimas semanas para configurar
una alternativa el régimen ultra ortodoxo que gobierna en
Afganistán y que da cobijo al terrorista confeso Osama Bin
Laden.
Por su parte, el régimen talibán manifestó ayer su disposición a
compartir el poder con los líderes tribales y de los consejos de
ancianos de tres provincias afganas conocidas por sus simpatías
hacia el depuesto monarca. Los ancianos de las tribus y los
comandantes de las tres provincias (situadas en el sureste de
Afganistán, en la frontera con Pakistán) se integrarán en la
maquinaria gubernamental, indicó un alto responsable talibán. Esta
iniciativa parece confirmar los rumores difundidos en días pasados
sobre las fisuras que se estaban detectando en el régimen
integrista afgano, dado que algunos de sus elementos moderados
podrían estar preparando un golpe de Estado. El objetivo sería
deponer a su líder supremo, 'mulá' Omar, entregar a Bin Laden en
'invitar' al antiguo rey a regresar al país y encabezar un «proceso
de reconstrucción nacional», según «The News». El principal
protagonista de esta acción sería el antiguo líder guerrillero
Ismail Jan, uno de los más respetados combatientes en la guerra
contra la ocupación soviética y en la actualidad apartado de la
línea dura impuesta por Omar. En el otro lado, el ministro de
Defensa talibán, 'ulema' Obaidullah, pidió ayer a los soldados bajo
su mando que combatan duro contra cualquier ataque y defiendan su
país. «Si su enemigo es fuerte, nuestro Dios es más fuerte», añadió
el ministro, durante una visita a las tropas.
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