La milicia islamista de los talibán se declaró ayer dispuesta a
procesar ella misma a Bin Laden si Estados Unidos le presenta
«pruebas concretas» de su implicación en los atentados. El
embajador de los talibán en Islamabad, Abdul Salam Zaeef, aseguró
que el régimen islamista necesitaba «pruebas concretas» de la
implicación del hombre más buscado del mundo y subrayó que si
Washington aportaba estas evidencias, le juzgarían en Afganistán.
«Y si Estados Unidos no está satisfecho, también estamos
dispuestos a buscar una solución islámica para procesarlo», agregó,
precisando que los talibán nunca harán algo contrario al «orgullo
islámico y afgano». «Como musulmanes, queremos honrar al Islam y
queremos presentar a Osama ante un tribunal islámico para que sea
juzgado de acuerdo con la Sharia. Queremos que si es juzgado, lo
sea de acuerdo con la verdadera ley islámica. Si fuera juzgado por
EE UU o por cualquier otro país, no sería bueno, porque sería
injusto», señaló.
Frente a la inminencia de los ataques, el embajador reiteró su
llamada a EE UU a negociar y no atacar militarmente. «La sangre no
puede purificar la sangre. Por eso, la negociación es la mejor
solución», aseguró. Con respecto a si el régimen talibán tiene «los
días contados», como se ha dicho en los últimos días, el embajador
declaró: «Esas cosas nos las dirá Dios. Aceptamos cualquier cosa
que nos venga de Dios. Si Dios quiere que desaparezcamos, lo
aceptaremos».
Por otra parte, Zaeef desmintió que fuera a entrevistarse con el
primer ministro británico. «Tony Blair es el emisario de Estados
Unidos y viene con un mensaje que no es otro que el mensaje de la
guerra», afirmó, para añadir que «esto no es una lucha entre EE UU
y Afganistán, sino entre EE UU y el Islam».
Por último, en cuanto a si los talibán aceptarían compartir el
poder, llegado el caso, con la oposición, el 'mulá' dijo
simplemente que «ése es el deseo de los extranjeros». Además, el
jefe de los servicios secretos talibán, Qari Ahmedulá, declaró ayer
no poder creer que los periodistas extranjeros en el país, que
según él alcanzan la cifra de 300, sean todos periodistas. «Estamos
convencidos de que algunos de ellos son espías o pertenecientes al
personal militar de EE UU o Gran Bretaña».
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