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La existencia de una tercera persona contagiada con la bacteria ántrax en Florida ha obligado a las autoridades a enfocar estos casos como una investigación criminal, aunque todavía no como un ataque terrorista biológico. Una mujer de 35 años, empleada del grupo periodístico American Media Incorporated (AMI) de Boca Ratón, está fue tratada ayer con antibióticos tras haber dado positivo en un examen de sus fosas nasales, pero no se espera que desarrolle la enfermedad mortal del carbunco. La semana pasada murió Robert Stevens, el editor gráfico del semanario «The Sun», y se encuentra hospitalizado el cubano Ernesto Blanco, a quien también se le ha detectado la bacteria en sus fosas nasales.

Héctor Pesquera, jefe del FBI para el sur de Florida, dijo ayer que los casos están siendo considerados bajo la óptica de una investigación criminal. Pero aclaró que aunque el ántrax puede ser utilizado como arma biológica, «no hay pruebas de que estos casos fueron provocados por un grupo terrorista». El edificio de la AMI continúa cerrado y en cuarentena. Agentes con trajes especiales siguen examinando cada palmo de las redacciones. La bacteria fue encontrada en el teclado de la computadora de Stevens y se sospecha que Blanco pudo haberse contagiado porque recorría, dos veces al día, todas las instalaciones repartiendo el correo.

David Pecker, presidente ejecutivo de AMI, dijo a la cadena CNN que pensaba que su empresa había sido escogida deliberadamente para hacer este daño «tan devastador». En Alemania, la aparición de ocho cartas con la advertencia de contener ántrax (carbunco) obligó ayer a la policía a cortar el tráfico en Wiesbaden, en una operación similar a las activadas el miércoles en otros dos puntos del país tras hallarse sobres parecidos con escritos del tipo «Precaución: ántrax» o «La Jihad ha empezado». Los sobres fueron trasladados a un laboratorio para su análisis y doce personas que estuvieron en contacto con ellos han sido puestas en cuarentena.