Los bombardeos estadounidenses arreciaron ayer contra Afganistán.
Las fuerzas talibán fueron atacadas en múltiples frentes por los
bombarderos y las destructivas ametralladoras de gran calibre de
los aviones AC-130, recién incorporados a las operaciones
militares. Durante el ataque, una bomba alcanzó un almacén de la
Cruz Roja en la capital afgana e hirió a uno de los empleados.
Los ataques, que entraron en su décima jornada, se centraron en
las bases militares de los talibán en Kabul, que fue sobrevolada en
varias ocasiones por al menos tres aviones que arrojaron sus bombas
sobre objetivos ubicados al norte y noroeste de la capital. Durante
los bombardeos, una bomba alcanzó un almacén de la Cruz Roja en la
capital afgana e hirió a uno de los empleados, informó un
representante de la organización. Las explosiones en Kabul, donde
la red eléctrica dejó de funcionar y ya escasea el agua, causaron
el pánico entre la población.
El otro frente diurno fue la ciudad de Kandahar, situada al sur,
donde al menos 33 personas perecieron en los ataques y la población
carece de electricidad desde hace tres días, según el portavoz del
ministerio talibán de Información, Abdul Hanan Hemat. El cuartel
general del líder supremo de los talibán, el 'mulá' Mohamed Omar,
quien desde hace varios días no emite comunicados y parece haber
huido de Kandahar, fue reducido a escombros por los cohetes
disparados por los cañones de los aviones AC-130.
El régimen de Kabul, que asegura que está preparado para luchar
«hasta la muerte», denuncia que, en conjunto, los bombardeos se han
cobrado las vidas de más de 300 civiles, incluidos 200 campesinos
de una aldea situada a las afueras de Jalalabad.
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