Las autoridades de EE UU no tienen claro que la amenaza de carbunco
que llega por correo provenga del extranjero y, aunque no descartan
ninguna posibilidad, se cree que estos terroristas pueden ser
estadounidenses. Mientras se llevan a cabo las investigaciones, el
Gobierno lucha por mantener en funcionamiento el enorme servicio de
correos de la nación, que agrupa a más de 800.000 empleados, dos de
los cuales han fallecido.
Al tiempo que las autoridades tratan de atajar el problema y
arbitran más medidas de precaución en el manejo del correo
"guantes, mascarillas, lavarse las manos", los expertos trabajan
para determinar quiénes están detrás de estos envíos. Las notas
manuscritas que acompañaron algunos sobres contaminados sugieren
que podría tratarse de terroristas estadounidenses, y no
extranjeros. Igualmente, han indicado que estas notas tienen
ciertas similitudes con otros mensajes y amenazas que se habían
recibido en oficinas de políticos y medios de prensa antes de los
atentados.
El general retirado de la Fuerza Aérea Gerald Brown, experto en
la materia, duda que los ataques sean obra de musulmanes o de
personas que hace poco tiempo que llegaron a EE UU. Los expertos
consideran que la escritura sugiere que el autor o autores tienen
dificultades para expresarse en inglés y escriben con poco
conocimiento el alfabeto latino. Pero subrayan que esto puede ser,
precisamente, lo que buscan y piensan que los terroristas pueden
haberlo hecho deliberadamente para ocultar su identidad. En opinión
de John Voll, profesor de estudios islámicos en Georgetown, «las
frases y la escritura parecen las de alguien que no habla inglés
como su idioma nativo, las de alguien que sabe justo las letras». O
pueden ser, dice, «lo que un estadounidense promedio cree que
escribiría un fanático musulmán».
El general Brown, con distintos argumentos pero similares
conclusiones, hace hincapié en el hecho de que haya sido
precisamente el demócrata Tom Daschle el senador elegido. Este
hecho le lleva a pensar que quizá estos ataques terroristas tengan
más que ver con las milicias ultraderechistas de EE UU y con un
odio reconcentrado hacia el Gobierno de EE UU, como el que motivó
el atentado de Oklahoma, que con el mundo musulmán. Washington ha
admitido haber subestimado la magnitud de los ataques con ántrax,
que ya han causado tres muertos, mientras aumenta el número de
contaminados. En Washington, un periodista del Congreso fue
ingresado, así como dos niños, de 2 y 11 años, y uno de los
empleados del Departamento de Estado dedicados a la clasificación
de correspondencia, mientras que en la cadena NBC, en Nueva York,
se ha declarado un segundo caso de carbunco cutáneo.
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