Un palestino disparó ayer contra viandantes israelíes e hirió al
menos a cuarenta antes de ser abatido por un policía israelí en el
centro de Jerusalén, mientras otros dos murieron en un
enfrentamiento con soldados israelíes en la línea de demarcación
que separa la franja de Gaza de Israel. El brazo armado del grupo
oficialista Al Fatah, cuyo movimiento político encabeza el líder
palestino, Yaser Arafat, se responsabilizó del atentado, perpetrado
en el cruce de las calles King George y Yafo, en el sector judío de
Jerusalén. Israel responsabilizó a Arafat del nuevo atentado
suicida.
Muy cerca de ese lugar está la pizzería donde, en agosto pasado,
un militante de Hamás cometió un atentado con explosivos en el que
murieron quince personas y varias decenas resultaron heridas. Las
«Brigadas de los Mártires de Al Aqsa», el brazo armado de Al Fatah,
informaron de que el ataque en Jerusalén se produjo en venganza por
la muerte, la pasada semana en el marco de la política israelí de
«asesinatos selectivos», de uno de sus jefes en Cisjordania, Raed
al-Karmi.
Los otros dos palestinos murieron en un enfrentamiento con
soldados israelíes, que duró más de dos horas y de cuyas
circunstancias no se ha informado, que tuvo lugar en la línea de
demarcación que separa el sur de la franja de Gaza de Israel, al
este del aeropuerto Yaser Arafat. «Estábamos a unos 50 metros del
cruce (entre las calles King George y Yafo) cuando oímos disparos y
gritos, y después sirenas de ambulancias, por lo que echamos a
correr», declaró a EFE Sara Sela, que presenció el atentado de
Jerusalén, que causó entre cuatro y seis heridos graves.
«Mi hija me dijo después que había visto pasar a alguien que le
pareció un terrorista, pero que no me lo contó porque no me quería
asustar y porque pensó que tal vez eran imaginaciones suyas»,
prosiguió. El policía que abatió al palestino relató que se
encontraba en el centro de la ciudad con otros agentes del orden.
«Oí numerosos disparos de armas automáticas y entonces me dirigí al
lugar de los hechos, donde me gritaron que había alguien que
disparaba y vi a mucha gente asustada que corría o se tiraba al
suelo», explicó el agente, Janán Ben Naím. «Divisé a una persona
con un fusil M-16 en la mano y ambos nos enfrentamos con nuestras
armas de fuego, hasta que el terrorista fue neutralizado y así
terminó todo», prosiguió el agente, calificado de «héroe» en
Israel, donde se temen más atentados.
El Movimiento de la Resistencia Islámica (Hamás) declaró ayer la
«guerra total a Israel por el terrible crimen que cometieron los
soldados israelíes contra el pueblo palestino», horas después de
que una unidad de élite israelí matase a cuatro miembros de su
brazo armado en una incursión a la ciudad cisjordana autónoma de
Naplusa. «Ese crimen abre de par en par las puertas de una guerra
total palestina contra las bandas sionistas», decía el comunicado
que dio a conocer Hamás en Naplusa a primeras horas de la tarde. Lo
cierto es que nadie duda de que se está a las puertas de una nueva
guerra abierta en Oriente Próximo.
El gobernador de Naplusa, el palestino Mahmud al-Alul, dijo que
«los hombres (del Hamás) fueron asesinados a sangre fría; ellos
(los soldados israelíes) allanaron el apartamento en el que se
encontraban y los mataron mientras estaban en la cama». La
Autoridad Nacional Palestina (ANP), que preside Arafat, advirtió
«al pueblo israelí» que la política de su primer ministro, el
derechista Ariel Sharón, «conduce al desastre en lugar de llevarlo
por la vía de la paz».
Benjamín Ben-Eliézer, rechazó ayer las críticas a «los ataques
del Ejército israelí contra terroristas» y dijo que «las opciones
son aceptar los atentados (palestinos) o actuar para prevenirlos».
A su vez, el corresponsal político de la radio estatal israelí,
Yoni Ben Menajem, con buenas fuentes entre los gobernantes
israelíes, dijo: «Habrá una respuesta; eso es lo único que puedo
asegurar, y naturalmente no puedo añadir nada más».
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