Kenneth Lay, el presidente de la empresa Enron cuya bancarrota se
ha visto seguida de un creciente escándalo con posibles
implicaciones políticas, presentó ayer su dimisión. Lay presentó su
renuncia más de un mes después de que, el pasado 2 de diciembre la
empresa anunciase su quiebra, lo que ha llevado a la ruina a miles
de empleados, accionistas e inversores.
El escándalo de Enron amenaza tanto a republicanos como a
demócratas, pues esta empresa fue una de las que más aportó a las
campañas electorales de los políticos estadounidenses, entre ellos
del actual presidente Bush. La Casa Blanca ha reconocido varios
contactos de sus miembros con ejecutivos de Enron en la época
inmediatamente anterior a que la empresa declarase la bancarrota,
en medio de crecientes denuncias de que la compañía trató de
influir en la política energética de este país y después de lograr
la ayuda del Gobierno ante sus dificultades financieras.
Las acciones de Enron han pasado, en apenas un año, de costar 99
dólares a menos de un dólar, pero sus directivos, que conocían la
verdadera situación de la empresa, se desprendieron de las acciones
con anterioridad a declarar la quiebra. En una declaración, Lay
explicó ayer que su decisión de dimitir como presidente se ha
producido de acuerdo con el comité de acreedores de la empresa.
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