Una ceremonia oficial dio ayer comienzo a las operaciones conjuntas
entre los Ejércitos de EE UU y Filipinas dirigidas a acabar con Abu
Sayyaf y consideradas la segunda etapa de la lucha contra el
terrorismo mundial. La inauguración tuvo lugar en la sede de la
Comandancia del Sur de Zamboanga, a unos 890 kilómetros al sur de
Manila, entre grandes medidas de seguridad ante la amenaza de actos
violentos por parte de grupos contrarios a los polémicos ejercicios
militares.
El ministro filipino de Defensa, Angelo Reyes, fue el encargado
de proclamar de manera oficial el comienzo de las maniobras.
Acudieron además el encargado de negocios de la Embajada de EE UU,
Robert Wendell Fitts, varios altos mandos militares y las
autoridades locales, algunas de las cuales vestían camisetas con la
bandera estadounidense y con la frase «I love USA».
La presencia de los soldados norteamericanos, quienes
colaborarán en la lucha contra Abu Sayyaf, ha provocado una oleada
de protestas en el país asiático, después de que varios grupos
denunciaran la continua «interferencia» de EE UU en los asuntos
internos. Teodoro Casiño, líder de uno de los principales grupos
izquierdistas del país, afirmó ayer que «con los primeros disparos,
que apuntan directamente hacia nuestra soberanía nacional, no
tendremos más opción que aumentar las protestas contra la
vergonzosa política del Gobierno».
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